NACIMIENTO DEL COLEGIO CLARETIANO
“Es cosa muy conocida en la historia de Magdalena del Mar o Magdalena Nueva, que la base de su urbanización la constituyeron dos fac tores igualmente importantes: el excelente clima y los terrenos de la familia Puente, representada en sus principios por la hija mayor, la Sra. Constanza de la Puente Valega. El rápido crecimiento de la nueva población llevaba consigo la pérdida de la tradición de dicha familia, una de las más nobles de Lima, enlazada con linajudos títulos de la nobleza española.
Sra. Constanza de la Puente de Valega
A cuya iniciativa y con la donación del amplio solar donde se encuentran el Templo del “Corazón de María” y el Colegio Claretiano en Magdalena del Mar para la labor evangelizadora y pedagógica de los Padres Claretianos.
Empeñada por la marcha del colegio, el catecismo de los niños y el bienestar de los profesores, la Congregación Claretiana la tiene entre sus “Bienhechores Insignes”.
La Santa Sede la condecoró por su ardiente celo a las vocaciones religiosas y sacerdotales.
Sr. Raúl Valega
Preclaro Ingeniero, bienhechor y entusiasta admirador del Colegio Claretiano, hijo de la Sra. Constanza de la Puente.
Como monumento de recuerdo histórico de un señorío, casi feudal, la Sra. Constanza tuvo la inspiración de dotar a la progresiva ciudad de un Colegio, donde se educasen los descendientes de sus colonos antiguos, poniendo un colofón digno, en armonía con los muchos beneficios que la familia Puente dispensaba a sus dependientes. La fama que se conquistaron los Padres Claretianos en la dirección del Colegio- Seminario de Santo Toribio, determinó a la Sra. Constanza a entregar a la Congregación Claretiana los terrenos o el solar sobre el cual se levantaría el establecimiento.
No sólo fue la donación de los terrenos: el prestigio social de la señora fue aprovechado para formar un comité de señoras de primera sociedad que organizó, para ayudar los principios de la obra, una magnífica kermesse, la cual fue favorecida con valiosos donativos y por el concurso de la nobleza limeña, al frente de la cual se presentó el mismo Presidente de la República, Don Augusto B. Leguía. El éxito no pudo ser más halagador, de modo que se pudo disponer de una cantidad respetable para echar los cimientos del Colegio.